Origen del Proyecto
En el 2009, científicos y lideres mundiales acordaron que el aumento de la temperatura global se debería de contener a menos de 2°C comparado a los niveles pre-industriales para así poder prevenir cambio climático peligroso. En el Acuerdo Climático de Paris del 2015 (Paris Climate Agreement), los países acordaron mantener las temperaturas globales debajo de la meta de 2°C y perseguir una meta mas ambiciosa de 1.5°C. En el 2012, un estudio por la Agencia Internacional de Energía (International Energy Agency) concluyó que no más que una tercera parte de las reservas conocidas de combustibles fósiles se podría usar antes del 2050 si el mundo fuera a limitar el aumento de las temperaturas globales a 2°C. Así que por lo menos 2/3 partes de las reservas conocidas de combustibles fósiles tiene que quedarse en la tierra.
En un estudio reciente in Nature, McGlade and Elkins (2015) utilizan un modelo económico para argumentar sobre donde y cuales tipos de combustibles fósiles deberían quedarse bajo tierra para así poder cumplir con la meta de 2°C. El estudio considera los distintos escenarios y los costos proyectados de recursos energéticos, concluye que globalmente, una tercera parte de las reservas de petróleo, la mitad de las reservas de gas y mas que el 80 porciento de las reservas actuales de carbón no se deberían de utilizar entre el 2010 y el 2050. Su modelo está basado en la solución optima en términos económicos, lo cual maximiza ‘el bienestar social’ (o la suma del excedente consumidor y productor).
CAMP integra estos conocimientos para contar una historia distinta acerca de donde los combustibles fósiles deberían de quedarse bajo tierra. El proyecto inicia en el 2015 como un esfuerzo colaborativo entre académicos, ONGs ambientales y organizaciones indígenas que trabajan para una respuesta socialmente justa al cambio climático. Estas organizaciones de justicia climática representan y trabajan con las comunidades a la frente de la batalla – las que viven entre los proyectos de explotación de combustibles fósiles y que luchan en contra de esta explotación. Para apoyar este movimiento, CAMP argumenta que los lugares que son ecológicamente y culturalmente sensibles deberían de ser las áreas prioritarias para mantener los combustibles fósiles en la tierra.
CAMP se desarrolló para mapear estas áreas prioritarias y proveer una plataforma para las comunidades de lucha en todas las Américas para así poder compartir sus historias y advocar para mantener los combustibles fósiles bajo tierra. El mapa y sitio web fueron hechos por un equipo de estudiantes de pos-grado e investigadores en la facultad de la Universidad de Arizona en los EEUU. El mapa inicial es de la Cuenca Amazónica y muestra tres capas de datos: las reservas existentes y propuestas de combustibles fósiles, territorios indígenas, y áreas de conservación. Una cuarta capa en el mapa expone historias digitales que los usuarios pueden subir a la red. Empezando en junio del 2016, las comunidades en lucha subirán estas historias con el apoyo de las organizaciones en alianza con CAMP que trabajan para la justicia climática. En adición al mapa de historias digitales, CAMP provee una síntesis de recursos relacionados con la lucha para guardar las reservas de combustibles fósiles bajo tierra y hacer una transición justa a la energía renovable. El sitio web intenta ofrecer una espacio participativo para la auto-representación y la creación de redes globales como estrategias para generar la justicia climática. Aunque el primer mapa empieza por la Cuenca Amazónica, CAMP es un proyecto de largo plazo con planes de desarrollar un mapa de historias relacionadas con la justicia climática para todas las Américas.